El complejo mundo de las emociones
Cuántas veces una frase, una mirada o un gesto nos taladra el cerebro de tal manera que puede incluso llegar a bloquearlo, a hundirnos en el más absoluto desánimo e incluso a cambiar el rumbo de nuestras vidas.
Cuántas veces una frase, una mirada o un gesto nos taladra el cerebro de tal manera que puede incluso llegar a bloquearlo, a hundirnos en el más absoluto desánimo e incluso a cambiar el rumbo de nuestras vidas.
Marta: No entiendo por qué en los exámenes siempre pone algo que no ha explicado.
Daniel: No sé qué me pasa en los exámenes. Por más que me sepa el tema, siempre tengo fallos.
Nuria: ¿Por qué tienen que poner todos los exámenes en cinco días? A veces tenemos tres en un mismo día. ¡Es de locos! Al final estás tan cansada, que ya no sabes ni lo que pones.
Desde muy pequeña tuve vocación de maestra. Lo que más me gustaba era jugar con mi hermano menor a los colegios, la mayoría de las veces con su consentimiento, aunque tengo que confesar que en ocasiones tenía que recurrir al chantaje o la amenaza (sé que no son métodos muy pedagógicos, pero los cuatro o cinco años que tenía podrían justificarlos). Sin embargo, conforme van avanzando los cursos que voy estudiando, va desapareciendo esa temprana y pertinaz vocación que mostraba desde mi más tierna infancia, enseguida entenderán por qué.