Natalia está harta de que sus amigas traten de buscarle un novio, y de que solo hablen de chicos, y de que sus padres estén siempre de viaje. Encima, un chico de la pandilla que a ella no le gusta nada no deja de acosarla y no sabe cómo quitárselo de encima. Esa ansiedad le hace comer cada vez más chucherías y verse más gorda; hasta el punto de obsesionarse con su cuerpo y dejar las clases de ballet sin que se enteren sus padres. Pero sus problemas empiezan a resolverse cuando se apunta a una ONG.