Convencida por sus amigas, Bea va finalmente al campamento de Greenpeace a pesar de que está preocupada por el restaurante de su padre. Allí empieza a arrepentirse al creer que sus sentimientos por Adolfo no son correspondidos. Por eso centra todos sus esfuerzos en ayudar a Emy, una niña que sufre el acoso de los matones de su instituto.